viernes, 28 de octubre de 2011

¡¡Felicidades!!

Bueno, ¿y qué decir? Debí haber escrito este post de madrugada, a eso de las doce en punto, para poder decir "tal vez no haya sido la primera felicitación, pero sí que es larga para ser tan pronto", pero, por una cosa u otra, terminé yéndome a dormir a eso de las diez y a las doce y un segundo estaba demasiado en fase REM como para siquiera mandarle un cutre sms... Así que lo dejé para luego, pero es que eso de levantarse a las siete y pico es malo para el cuerpo, y la mente no andaba muy fina, así que tampoco pude en esa ocasión escribir nada digno de provecho para decirle en un día, por otra parte, tan especial como lo es hoy.

Yo soy, más bien, un ser nocturno. Espero que lo entienda. Pienso mejor por la noche, a la ténue luz de una lámpara y, a poder ser, con algo de comida al lado. Preferiblemente barato y colesterólico.

Y, bueno... ¿Qué voy a decirle? Además de "¡¡¡FELICIDADES!!!", claro... Se ha pasado su dieciocho cumpleaños en un tren... Para venir hasta aquí (sé que no por mí, pero la verdad es que es como si el reglalo lo hubiera hecho ella, y no nosotros). Se agradece mucho tenerla de vuelta, y hablo en serio. Si hablara en broma, todo estaría lleno de equisdés y cosas de esas.

Supongo que como es su dieciocho cumpleaños, debería hacer algo del estilo:

"Nos conocemos desde que teníamos seis añitos (qué pequeñitas que éramos) y desde aquel momento hemos compartido un montón de cosas juntas, tanto buenas como malas. ¡¡Y las que quedan!! (Rick Dehnel, hijo de...)."

Pero no lo voy a hacer. No voy a narrar nuestra vida juntas, ni nuestro futuro, ni nuestro pasado. Ella ya lo conoce, y tampoco tengo especial interés en convertir en unas memorias lo que solo debería ser un "Cumpleaños feliiiz~~" cantado a destiempo entre tres o cuatro.

Yo escribo esto para felicitarla, y solo para eso, aunque sea a última hora y de mala manera. Y aunque quizás no llegue a usar palabras bonitas o ñoñas, a recordar grandes momentos o a mencionar a cierta rubita...

Le deseo muchas felicidades en su cumpleaños, pero no porque sea su cumpleaños, sino porque es ella.

Esto está dedicado a alguien a quién la palabra "amiga" se le queda corta. Así que lo dedicaré de forma que quede claro la importancia de esa persona.


Para ti.

martes, 18 de octubre de 2011

Connor.

[...]

Abrió los ojos, quedando estos desorbitados. Apretó los labios -los de arriba, no los de abajo - y los muslos, y cruzó los brazos con tensión, apretándose las costillas flotantes como si quisiera estrechar más su cintura, constriñéndose. Y lo miró, por supuesto, a él y a esa sonrisa arrogante y ladeada, y a su cabello despeinado concienzudamente, y posteriormente engominado, de forma que no hubiera (y en verdad no había nadie) quién lo domara.

- No te asustes -canturreó él melodiosamente.

Un escalofrío la recorrió de arriba abajo y tuvo que retroceder un paso, asqueada, pero también asustada. ¿No era, al fin y al cabo, más fuerte que ella? Podría forzala a hacer lo que quisiera, aunque si lo hubiera conocido mejor sabría que él jamás hacía esas cosas.

Solo era un baboso. Cualquiera se lo hubiera dicho.

No había baboso más desagradable que Kevin Connor, y eso lo sabían todos, pero ella solo podía mirar el bulto que se intuía en sus pantalones y temblar, y no de frío, en aquella estrecha calle de Nueva York.

martes, 4 de octubre de 2011

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Había estado dándole vueltas a todo, pero la muy cobarde nunca había sido de las que actúan, y eso lo sabían todos, pero ella la primera. Prefería quedarse largas horas mirando a un punto en la pared, buscándole forma, quizas de palabras, quizás de imágenes banales y tontas, que pensar en esa especie de opresión que la apretaba cada vez más, que le quitaba cada vez más aire.

Muchas cosas habían sucedido en poco tiempo, y entonces se sentía sobrepasada. Algunas cosas eran buenas, otras malas, pero las personas desordenadas siempre tenían problemas para establecer el orden cuándo era preciso, y ella, sin duda lo era. Y aunque no le gustara cómo se desarrollaran las cosas, por alguna razón que ningún científico logró descifrar jamás, prefería golpearse contra una pared cien mil veces en la cabeza que... Que... Que...

¿Que qué?

Sin duda parecía estar loca, pero no uno de esos locos simpáticos que solo dicen cosas de chalados, te saludan con un sombrero imaginario y se van. Ella parecía de esos locos a los que molesta encontrarse. De esos que no iban de acuerdo con el comportamiento humano lógico. Ni con el ilógico, vaya.

Más monstruo que persona.

Tampoco es que realmente fuera una desequilibrada. Simplemente, lo que hacía no tenía explicación ni para ella misma.

Tal vez, se decía, era solo pánico.

Boston, de Augustana


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