viernes, 20 de abril de 2012

Incertidumbre

-Poco a poco el tiempo pasa. ¿Qué poco a poco? ¡De golpe! Si ya lo decía mi abuela aquellos días de invierno cuando yo prestaba más atención a los bailes que hacía el fuego que a ella: "Parece que el tiempo va despacio, pero un día va y tienes 80 años y no sabes cómo ha sucedido".

>>Cada segundo, cada minuto, cada hora... ¿Me creeriáis si os digo que duele? Si os digo que nto cierta presión en el pecho cuando pasa el tiempo, que mi corazón ha cambiado su "bum bum" por un "tic tac"... ¿Alguien me haría caso? Es como llevar una bomba en el pecho, y de las que no tienen pantallita para ver pasar los números y saber cuanto queda.

>>De todas formas, exagero. Tampoco es para tanto... Solo hay que verlo de forma científica. Porque si ahora me paro a hacerme las típicas preguntas filosóficas de "¿qué es la vida?" podría no acabar nunca...

>>Me siento como una vieja al hablar, echando de menos mis años mozos, llorando el tiempo que me queda... ¡Y ni diecinueve tengo aún! Y prisa de morir, por ahora, tampoco... Yo creo que simplemente no sé bien qué quiero.

>>No me mires así. Tú no tienes culpa de nada. Ni que el tiempo fuera tu voluntad. Además, ya le tuve más miedo del que le tengo. ¿Imaginas? Yo asustada por un simple instante artificial que nosotros, los seres humanos, inventamos. Bastaría con un par de cuentas matemáticas y... ¡TACHÁN! El día tendría 3 horas, el año 5 días y ahora mismo yo tendría tropecientos años... ¡Y seguiría siendo igual! Así que... 18 años... 19... 24... ¿Qué más da? Eso no es más que una patraña. Pero mi problema es otro... Me siento menos arropada cada vez... Lo digo siempre, ¿no? ¡Pues será que de verdad lo pienso! Quiero crecer, a veces, pero otras... ¡Si supieras lo que deseo no hacerlo nunca! Por mí, ahora mismo detendría mi crecimiento físico y mental... ¡Retrocedería incluso, para ser algo más pequeña! Entonces disfrutaria de esa protección que ahora me falta...

>> Y otras veces lo veo al revés... ¡Quiero irme! ¡Escapar! ¡Vivir mi vida! No sé si me explico... No tengo las cosas nada claras...

- Pues... No sé qué puedo hacer yo por ti, la verdad... ¿Quieres algún consejo?

- ¡¿Pero qué dices?! ¡Si no hace falta que hagas más de lo que ya haces! Te prometo que me llega con que, simplemente, me escuches.

jueves, 19 de abril de 2012

Otro día sin dormir.

La sangre retumba en la cabeza, latiendo al ritmo del gran músculo latente, doliendo con cada centímetro que avanza. Me llevo las manos a las sienes y las presiono, en un intento por que el dolor cese al cortar el riego, pero no surte efecto.

- Mierda -siseo, quizá gruño, para mí, pues no hay nadie más.

Respiro hondo, me tumbo de nuevo en cama, dando la espalda a la pared, y me arrebujo entre sábanas y mantas.

Escucho el sonido de la lluvia golpeando las ventanas, ansiosa por entrar, sin poder conciliar el sueño.

lunes, 2 de abril de 2012

Mujer de vidrio.

Siempre fui muy frágil, desde pequeña. Cogía todas las enfermedades existentes, y mis padres se pasaban el día preocupados de llevarme aquí o allá a ver si lograban que mis defensas mejorasen. Los médicos lo veían difícil. "Es que es una niña débil, pero no creemos que sea por sus defensas. Es que está hecha de vidrio, y así no se puede", y entonces mis padres ya no sabían qué hacer, porque ni siquiera entendían la explicación de los doctores.

Yo lo aprendí con el tiempo. Mis defensas eran como las de cualquier otro, pero yo era débil. Débil como persona, como ser, como mente, y entonces cualquier cosa penetraba en mí con suma facilidad, como si la única barrera que me protegiera fuera de mantequilla.

Ni ánimo fuerte, ni férrea convicción... Nada de eso tuve nunca, y por ello renuncié a tantas cosas... ¡Por débil! ¡Por estúpida! ¡Por frágil! Y aún así los años hicieron mella en mí: me rallaron primero, me desgastaron, y luego me agrieté. Es difícil estar hecha de vidrio.

Pero he descubierto que si calientas el vidrio se puede moldear de nuevo; darle forma otra vez. Así que estoy perdiendo el miedo a romperme.

Solo un poco.