viernes, 31 de diciembre de 2010

Y se acaba el año!!

Yo acabo de limpiar el baño, así que me quedo con un recuerdo de lo más... En fin...

Como llevo poco más de un mes con este blog no tengo mucho que rememorar, pero... puedo rellenar vacío con pensamientos. Algo es algo. Tal vez alguien lo encuentre mínimamente entretenido, no lo sé.

El año se acaba en menos de dos horas. Hoy ha sido (está siendo) el Fin de Año máaaaaaas normal de mi vida hasta la fecha (lo cuál lo convierte en raro). En primer lugar, he tenido entrenamiento de kendo (2 horas ahí, con el shinai (esto es un shinai: shinai)). En segundo lugar... ... Nada. Solo eso. Por otra parte, lo de estar a las 10 de la noche (ahora son las 10 y 5) en el ordenador sí es propio de mis fines de año, así que...

Me voy a cenar...

Y ya son las 11 y 2. Queda poco, huh...

Este año ha sido raro... Pero bueno... Peor pudo ser. Lo cierto es que tampoco tengo mucho de qué quejarme, ya que casi todo lo malo me lo busqué por mi cuenta XD

Ahora llega el 2011. El 11, la verdad, no me dice nada. No es ahí... Un número que me haga decir "síi~~, 11", pero hay que aceptar el orden numérico establecido... Como todos los años, la familia cena en casa, aunque este año solo estamos mis padres, mis abuelos y yo. Mi madre tiene gastrointeritis. Mi abuela también (esta malita, pobre) y mi tía, que no vino porque vive en otra ciudad. Vamos... Que con un poco más de mala pata, esta noche la familia satura urgencias.

De nuevo, a comer uvas. Doce. Doce uvas que yo, por mi part, no me trago. Las acumulo en mi boca, siendo cada vez más difícil meter otra, y espero a que suenen las doce campanadas para correr a echarlas en algún sitio. Es que... No soy alguien que pueda ingerir a tal velocidad, lo siento... Una uva por segundo es demasiado para mí.

Dentro de un rato (después de las campanadas, claro), vendrán mis padrinos y algunos familiares más (si no estamos en urgencias (esperemos que así sea)). A ver si la cosa se anima entonces (aunque... no sé yo). Si algún amigo que viva cerca me dice de dar un paseo ya sería lo máximo (si ellos leyeran este blog tal vez habría una ínfima posibilidad de que esto pasara...)

Por cierto... ¿Qué propósitos tienes para este 2011? Yo, como creo que eso de "esforzarme más" ya lo he dicho muchas veces y... aún no lo he hecho, voy a optar por un... ¡Este 2011 voy a lanzarme sobre ti!
Ese es mi propósito. Lo comentaré con más detalle si logro violar a cierta persona juasjuas. Hasta entonces, solo un par de desafortunados lo sabrán (pobrecillos, que me tienen que aguantar).

¡Pasad un feliz día de Fin de Año! Y, para los fiesteros... >.> Si bebes no conduzcas... XP

Transacción.

Faltaba poco para que el reloj diera las doce.
Faltaba poco para que todo acabara.
Sus propósitos para aquel año estaban más que claros: Olvidarla y seguir adelante.
Tal vez enamorarse de nuevo.
Tal vez cambiar su peinado.
Faltaba cada vez menos.
Los segundos pasaban.
Y los minutos.
Y la primera campana sonó.
El móvil vibró sobre la mesa.
Era un mensaje.
Un mensaje de ella.
Ella le recordaba que existía con aquel mensaje.
La maldijo.
Se maldijo.

Lo maldijo todo, no obstante, de pronto era inmensamente feliz.

viernes, 24 de diciembre de 2010

Feliz Navidad 2010!!


Que ya queda poco tiempo para decir esto sin que pierda sentido, así que, bueno... Que me hace ilu publicar una entrada navideña. Algo alegre, para variar XP

En unas horas partiré hacia mi pueblo, aldea o cómo gusten... Allí hace un frío que pela, pero, como siempre que vamos allí, no ha nevado. En mi aldea solo nieva cuándo no voy. Si va a hacer frío, al menos que nieve, que vivo al lado del mar y nunca veo un manto blanco cubriendo nada.

Mi aldea está perdida en Orense, cerca de Ribadavia, y no hay casi nada. Creo que "casi nada" es mucho decir... Pero la casa que tienen allí mis abuelos es grande y el día que logre llevar allí a algunos amigos a dormir un fin de semana será como megahipergenialosísimo (o algo así).

Cada año la familia se va allí a pasar Nochebuena y Navidad, aunque esta vez pasaremos también el domingo (que también debería ir con mayúscula por ser considerado, por mí, fiesta a nivel nacional o, incluso, mundial).

Después de cenar todos juntos, pasar un frío impresionante todos juntos, tener a mi hermano al lado pidiendo que juguemos a Misterios de Pekín todos juntos (no volvimos a llevar el Monopoli desde el año en el que nos dió por jugar en serio) y despertar a la familia el día 25 bien tempranito para mantener la magia de Navidad despierta ya de madrugada... Después de todo eso toca recibir a algunos familiares cuya vinculación contigo no está del todo clara y mandar ochenta millones de sms navideños esperando a que algún amigo me de conversación. No suele pasar, pero es que acostumbro a ser la única que pasa Navidad sin internet de entre mi selecto grupo de amigos.

He visto que me van a regalar unos calcetines, así que espero impaciente a ponérmelos (?). Santa Claus siempre sabe lo que quiero. Es como... ... Como si... Como si me hubiera parido u.u

Bueno, chicos y chicas (que no se diga)... Que os deseo a todos unas felices fiestas en este año de crisis, inundaciones, crisis, crisis... Que, aunque todos piensen lo contrario (?), la Navidad no está en los regalos, ni en el turrón o en los polvorones. Creo que todos estamos de acuerdo en que la Navidad no está en las uvas pasas tampoco, que no sé por qué las siguen fabricando...

A los que Santa os traiga todo lo deseado... Dejad de sonreír tanto ¬¬... A mí ya me han regalado algo fabulosísimamente orgásmico este año, ¡y es que la ley Sinde no ha sido aprobada en el Congreso! Si ahora la rechaza el Senado, habré recibido también mi regalo de Reyes.

En fin, personas... ¡¡Feliz Navidad!! (Y el año nuevo para otro post : P)



Por cierto... Os regalo a todos un poco de muérdago para que lo pongáis en la puerta de casa. Quizá algún suertudo pueda dar un beso bajo el muérdago. Yo creo que voy a tener que esperar a la próxima Navidad...
No me quejaré, que, como suele decirse, al menos tengo salud.

Monstruos, sombras y palabras.

Recuerdo una periodo, aunque ya no recuerdo hace cuánto exactamente, durante el cual me encontré bastante mal (no diré "muy" porque siempre hay gente que se siente peor que uno y no pretendo aquí montarme un melodrama). Digamos que soy así de ombligocéntrica y, pese a que los motivos no eran del todo justificados para tamaña reacción, a mí me afectaron lo suficiente como para ahora recordarlo y sentir que realmente estuve bastante mal tras aquello. De todas formas, nadie debería soltar eso de "no te quejes que no es para tanto" en ciertos temas, porque cada persona se los toma a su manera, dependiendo de muchas cosas psicológicas, físicas, químicas y todo eso. ¿Qué es un "motivo justificado"?

Me estoy enrollando.

Estoy hablando de un breve momento de mi vida que mi mente tacha prácticamente de horrible. Por suerte, no duró mucho...

La cuestión... ¿Qué has de hacer en esos momentos en los que te encuentras mal casi todo el día y ni te das cuenta? Hay quién dice que hablando uno se desahoga y se siente mejor... No sé. Yo me siento mejor hablando, pero ¡vaya si hablaba! Y pese a hablar y hablar... e incluso llegar a pedir ayuda profesional (loca cof cof)... lo solucioné yo misma.

Un día en el que me sentía especialmente de capa caída, me senté frente al ordenador y me puse a escribir. Es cierto eso de que la inspiración suele fluír como un río en época de lluvias cuándo estás simplemente asqueándote de tu propia vida, y preguntad a los escritores del Romanticismo sino (esos sí que sabían). Al menos mis pensamientos sí salieron... en forma de monstruos, sombras y palabras. Escribí hasta sentir que, en ese momento, lo había dejado todo lo suficientemente claro.

Al leerlo de nuevo, me estremecí. Si lo leyera ahora, el efecto sería menor, pero entonces me estremecí. Luego, como si aquellas horribles sensaciones se hubieran mudado al papel, comencé a sentirme mejor.

Ahora, cuándo me siento mal, lo traduzco a palabras. A veces son simples frases, otras veces son relato, llegando a palabras sin organización o sentido que solo nombran conceptos caóticos. Luego me siento vacía, aliviada, en calma.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

El Ruiseñor y la Rosa.

Una vez hice un favor al mago más poderoso del mundo. Él, buen amigo mío desde que era niña, me ofreció entonces un ruiseñor y una rosa. Yo, curiosa, pero segura de que aquellos no eran seres normales, le pregunté qué tenían de especial.

- No hallarás en el mundo rosa cuyo delicioso perfume supere al de esta, ni encontrarás ave cuyo canto deleite de mayor forma que el de este ruiseñor.

Me acerqué entonces a la rosa, con intención de olerla, y el mago me miró.

- Solo puedes elegir a uno de los dos, no obstante -dijo con voz áspera-. ¿Has decidido que lo que deseas es la rosa?

Me eché un poco hacia atrás para mirarlo confusa. Él sonrió, ligeramente cetrino.

- Olvidaba decirte que deberás elegir cuál de los dos regalos deseas sin haber olido la rosa o escuchado el canto del ruiseñor.

Observé a los dos seres.
 La rosa, de aterciopelados pétalos carmesí, fuerte tallo esmeralda y afiladas púas parecía llamarme con cierta sensualidad. El imaginar su aroma no me bastaba. Necesitaba aspirarlo y comprobar por mí misma lo delicioso que era.
El ruiseñor, tal vez de apariencia menos atrayente, pero grácil, sin embargo, también me atraía. Él no tenía nada con qué herirme, y me parecía más cálido, tal vez por su capacidad para cantar. También deseaba con fervor que su canto me meciera.

- Puedes pensar un tiempo -me dijo el mago, viéndome confusa -. Cuándo decidas qué regalo deseas, tóca a ese ser. El otro desaparecerá.

El ruiseñor se posó sobre la rama más baja de un sauce; la rosa fue plantada bajo la misma. Ambos seres estaban tan cerca que fantaseé con tocarlos a ambos a un tiempo, pero sabía que mi amigo no dejaría que me quedara con ambos ni haciendo eso. Tal vez solo me arrebatara a los dos seres.
Pasé el resto del día observándolos. Primero a uno y luego al otro, al ruiseñor y a la rosa, pero sin tocarlos. El ave parecía apacible y tranquila mientras me observaba. La rosa, más salvaje, amenazaba con sus espinas al que osara acercarse.

Cuándo cayó la noche decidí retornar a mi hogar. Allí podría pensar tranquilamente qué debía escoger. De esa forma, al regresar junto a los dos seres, no me echaría atrás en cuánto mi mano se extendiera al que ansiaba.
De solo imaginar que al aceptar a uno rechazaría al otro, mi estómago se revolvía y tenía que comenzar de nuevo con la elección.

Primeró elegí a la rosa, por sus colores atractivos. Luego al ruiseñor, porque parecía más vivo. Tal vez la elección fue al revés. Durante mucho tiempo mi cabeza vaciló entre uno y otro. Cambiaba de idea a cada instante, replanteándome cuál de los dos seres era el adecuado. No era capaz de decidir a cuál abandonar, pues ansiaba lo que me ofrecían ambos.
Tras mucho tiempo reflexionando, sintiéndome más confusa a cada segundo, decidí que regresaría junto a ambos seres y tomaría al primero que eligieran mis ojos.

Caminé, contenta, pensando que al menos obtendría una de aquellas dos maravillas. Alcancé el sauce y sonreí al pensar en lo poco que faltaba para hacerme con ella...

Y de pronto no había ruiseñor. Y de pronto no había rosa. Y de pronto solo estaba yo.

Tal vez él había volado. Tal vez ella se había marchitado.

Y de pronto comprendí que no era yo quién escogía. Ruiseñor y Rosa... Ninguno tenía por qué ansiar un lugar a mi lado, por mucho que, de pronto, no hubiera espacio para nada más en mi cabeza.

martes, 21 de diciembre de 2010

lunes, 20 de diciembre de 2010

Ahogarse en mariposas.

Ahogarse en mariposas.


Mis manos apenas pueden tocarte por unos segundos sin resultar reveladoras. Solo un roce que parece accidental significa para mí mucho más de lo que puedas imaginar, aunque no lo veas. Entonces te giras y me sonríes, aparentando diversión.

Y me pierdo.

Al observarte mi mente parece alejarse de mi cuepo, unida a él por poco más que un fino hilo que la hace regresar cuándo tus ojos interceptan a los míos. Mientras flota solo te veo, pero sin verte, alegrándome de ese simple "contemplarte" en el que no soy consciente de las presencias que te rodean. Ni de mí.
Tu mirada me recuerda que el tiempo pasa y vuelvo a la consciencia de lo demás. Entonces me sonríes.

Y me pierdo.

Nunca sales en mis sueños. Siempre hay otros rostros, otros cuerpos y otras voces que no son tú. Me despierto y los recuerdo mientras puedo, antes de que se disuelvan en pensamientos más densos. Luego, al regresar mi mente a ti, reapareces con más fuerza que el día anterior. A veces duele y otras parece como si todo fuera mucho mejor de lo que ha sido nunca. Entonces tú no estás para sonreírme.

"Ya sabes que existo, ¿cierto? Ya lo sabes."

Y entonces sonrío.

Itoshii hito. Miyavi.

Itoshii Hito


Querida... No llores. Muéstrame tu sonrisa.
No te dije "me gustas" viendo tus lágrimas, ¿cierto?

Querida... Está bien. No estás sola.
¿No estoy también sola cuándo tú lo estás?

Querida... No abras todavía tus ojos cerrados...
Así... Así... Pero no te quedes dormida...

Querida...

No es que vaya a morir por ti, sino que viviré para ti.
Así es. Estaremos juntas por siempre y siempre.

¿Puedes darme a mí ese amor que te sobra?

Querida... Querida...

Incluso si naciéramos de nuevo
yo seguiría siendo "esto" y tú "eso.
Y, entonces, repetiría las mismas palabras.

Siempre. Siempre. Siempre.
Siempre. Siempre. Siempre.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Esperando...


De nuevo radiante...

De nuevo sonriente...

Pero...

¿Hasta cuándo?

No estoy triste. Solo espero.



martes, 7 de diciembre de 2010

A comer ramen!!

Hoy he quedado para comer ramen. Es una cita amistosa como otra cualquiera, o mejor, porque hay palillos y sorbidos de por medio. El sorber juntos une mucho a le gente.
Es la una de la tarde y todavía no he hecho la cama (ni comprado la comida...), y eso que sé que he de hacerlo, pero... Me gusta tan poco... Eso de tener que agacharme con la espalda hecha polvo (y solo 17 añitos... Es una pena...) me resulta tan incómodo. Con cada movimiento que hago escucho como, inexplicablemente, una parte de mi cuerpo (en especial la espalda, pero a veces también pasa con las rodillas y la cadera) deja caer un crujido horroroso así, como quién no quiere la cosa. ¡¡Ni aún con esas voy a dejar kendo ahora que al fin me voy a poner la armadura!!

Últimamente me apetece escribir algo con amor entre chicas. Huum... Debería hacerlo, que es malo que un escritor se guarde sus ansias. Seguro que acaba explotando y manchándolo todo de vísceras. Uggh.

Y al mirar a la izquierda me percato de que mi cactus, Castaña, tiene cada vez las púas más rojas. No creo que usar permanente rojo con un cactus sea bueno para su salud. Supongo que he de decirle a mi hermano que Castaña no es comunista.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Por un tiempo...

Ayer nos dimos un tiempo y me siento extraña. ¿Un tiempo? Ni siquiera sé de cuánto hablamos ni lo que debo hacer mientras transcurre. Se me ocurren cosas que me suenan a traición, pero, ¿lo serían? Y no sé si estaba más perdida ayer o hoy, aunque hoy me siento diferente... No sabría explicarlo, o me llevaría demasiado espacio para hacerlo a gusto.
Fue un acuerdo mútuo, o eso nos dijimos al menos, así que debería tacharlo de correcto. Fue la decisión del que no sabe qué hacer. No teníamos otra posibilidad o, por lo menos, eso acordamos. No sé si llorar en un momento como ese es correcto, pero ni habiendo querido evitarlo lo hubiera hecho. Llorar no es malo, ¿cierto?
Ahora aquí estoy, frente al ordenador, escribiendo, con la compañía de nadie, sintiendo una extraña soledad en el pecho, pero libre. Mi cara, de póker, por no saber elegir entre la risa o la tristeza, me resulta tan poco emotiva que me pregunto si no será otra persona la que escribe esto. Mi cerebro funciona despacio, cansado, pidiéndome que vuelva a la cama y duerma.
La lluvia golpea la ventana. Mi pierna se mueve arriba y abajo, inquieta, nerviosa. Un anuncio televisivo resuena desde el salón.
Pero no hay nadie aquí excepto yo, las palabras, la soledad, la recién obtenida libertad y una amarga sonrisa que, repentinamente, se dibuja en mis labios.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Entre física y metafísica...

...me cojo un descansillo.
Ese chiste (Es un chiste, sí; o eso dicen) lo hizo un compañero de clase hace unos días, cuándo todos nos enteramos de que mañana, hoy, es decir -ya son las 2 de la mañana, al fin y al cabo -, tendríamos los exámenes de filosofía y física.
Física y metafísica. Suena a programa televisivo sobre misterios tipo Cuarto Milenio, o algo así... Aunque a mí, personalmente, esto me da miedo de verdad.

Entre Aristóteles y los péndulos que oscilan un ángulo no mayor de 18º (no, no, no) o las ondas que se suman o se contrarrestan dependiendo de en qué momento se encuenten, hago una pausa para pararme a pensar en por qué dejo siempre las cosas para el final.

Asdf... No voy a ponerme a decir lo que me pesan los párpados en estos momentos porque no procede, pero juro que no cumplen la ley de la gravedad. ¡Ey, mira! Mientras escribo, repaso...


Aristóteles fue discípulo de Platón durante 20 años y lo único que sacó en claro de eso fue que no estaba de acuerdo con su maestro. Para que luego digan... Si es que nunca es tarde para corregir el camino que uno lleva. Aunque, no seamos malos, que en la filosofía de Aristóteles hay alguna que otra huella de Platón... Y es que dos décadas son dos décadas...

No sé si es la hora y mi cabeza no rige o si, simplemente, esto me supera, pero...
"[...] así también “algo que es” se dice en muchos sentidos, pero en todos los casos en relación con un único principio: de unas cosas [se dice que son] por ser entidades, de otras por ser afecciones de la entidad, de otras por ser un proceso hacia la entidad, o bien corrupciones o privaciones o cualidades o agentes productivos o agentes generadores ya de la entidad ya de aquellas cosas que se dicen en relación con la entidad, o bien por ser negaciones ya de alguna de estas cosas ya de la entidad.
[...]"
Creo que, en serio... No puedo con esto XD

Buenas noches...

martes, 30 de noviembre de 2010

La cuerda I

Hoy me he iluminado repentinamente, tras llevar días en la sombra de la duda, pues pronto una cuerda brillante cayó de la nada, ofreciéndome una forma aparentemente fácil para salir del agujero en el que habito. Mi alegría fue inmensa, pues llevo ya un tiempo aquí atrapada, aunque de alguna forma me había obligado a creer lo contrario para soportarlo. Tal vez por esa euforia inicial no me percaté de lo complicado que sería ascender por una cuerda tan larga, sobre todo teniendo en cuenta que mis manos no están demasiado acostumbradas a esa clase de trabajos, y pronto comencé a subir, pero ni tres metros había recorrido y tuve que bajar de nuevo con las manos doloridas.

Me senté en un rincón y traté de pensar en lo siguiente que debía hacer. De no ser por la cuerda jamás habría pensado en salir y hubiera terminando acostumbrada a este infinito hoyo oscuro, pero, después de ver mi escapatoria de brillantes hilos trenzados colgada de un techo que no llegaba a atisbarse, no podía ignorarla y seguir encerrada como si no estuviera allí.

Ahora me pongo en pie nuevamente y me aferro a esa cuerda. Tomo aire y aprieto la mandíbula. Lo intentaré las veces que sea necesario. Tengo que llegar al exterior.

Con el primer impulso me levanto del suelo y comienzo a trepar mirando hacia arriba; hacia la inmensa oscuridad.

domingo, 28 de noviembre de 2010

Cóctel.

- Agitado, no revuelto -murmuró.
El camarero la miró asintiendo. Se acercó al estante dónde guardaba los ingredientes de sus cócteles y tomó varias botellas.
- Esto de aquí es intriga -explicó vertiendo el líquido amarillento en la coctelera -, y ahora algo de dulzura. Un poco de emoción y un chorrito de cariño.
Yo me acerqué a la chica, extrañado por lo que el camarero le preparaba.
- ¿Qué has pedido? -le pregunté curioso.
Ella me miró con los ojos brillantes y alegres.
-He pedido Amor -me dijo.
Observé al camarero, que seguía mezclando líquidos de colores vivos en aquel recipiente de metal. Me rasqué la frente, pensando.
- Entonces se olvida los celos, la inseguridad, la desconfianza y la impaciencia -dije al fin.
Ella frunció el ceño.
- Claro que no se ha olvidado de eso -me dijo con reproche-. Simplemente no es un amor cualquiera. Es Amor Verdadero.
- En ese caso te están engañando. El camarero te está preparando Ilusión, no Amor.
Esta vez fue el camarero el que me miró serio y algo crispado. Al fin y al cabo estaba criticando su trabajo.
Tomó la coctelera y la agitó.
- Tal vez usted nunca ha probado un amor bien preparado -me espetó -. ¿Qué color tenía?
- Era granate -respondí.
El camarero negó varias veces y echó el contenido de la coctelera en un vaso, poniéndolo ante la ilusionada chica.
- El Amor es rojo -me dijo entonces el camarero, mirándome fijamente-. Tal vez se lo hayan servido a usted muy hecho.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Reloj de cuerda.

- ¡Me hace falta más tiempo! -gritó, lanzando un jarrón contra la pared y haciéndolo así añicos.
Yo la observé tranquilo. Ella siguió berreando y blasfemando hasta acabar jadeante. Las lágrimas habían corrido el maquillaje de sus ojos formando dos pequeñas lineas negras que descendían por sus mejillas. Pese a ello, era hermosa.
- Necesito más tiempo -dijo, mirándome esta vez, como si me suplicase a mí que le diera aquello que pedía.
Saqué mi reloj de cuerda del bolsillo y se lo mostré. Sorbió, pestañeando y observando el objeto que le enseñaba, como buscándole algún sentido. El segundero permaneció inmóvil.
Sin esperar un segundo, tomé la tuerquita del medio, aquella que movía las manecillas, y le enseñé el reloj mientras hacía dar a sus agujas vueltas y vueltas hacia atrás. Retrocedí con ella hasta cuatro días.
- ¿Ya está? -me preguntó, y pude adivinar una sonrisa en sus labios.
Luego miró por la ventana. El día era el mismo. Nada había cambiado.
- ¡Me has engañado! -me espetó, furiosa -. ¡Ese reloj no funciona!
Observé la esfera de mi reloj y asentí.
- Tienes razón -admití, dando cuerda a mi reloj. El segundero comenzó a contar y se lo enseñé de nuevo -. ¿Ves? Arreglado.
Por su expresión, sabía que no se había referido a eso. Aún sin verle la cara lo hubiera sabido. De todas formas, no podía entregarle más tiempo del que le quedaba con aquel objeto.
No era más que un reloj de cuerda.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Políglota.

- Soy políglota -comenzó él.
Lo miré de arriba abajo, y no al revés. Aquella era una extraña forma de presentarse, aunque las había visto peores.
- Mi lengua vernácula es el italiano, además.
Enarqué una ceja. Ante mí había un italiano, nada menos. ¡Un italiano! Cabello castaño y rizado y ojos negros; piel tostada. Recordé la aversión que mi hermana sentía hacia los italianos sin prestar demasiada atención al pensamiento, que no tardón en volverse una voluta de humo y escapar de mi cabeza por un oído.
- Yo soy de España y no hablo más que castellano -repuse yo.
Puso los ojos en blanco. Fue solo un instante, pero pude verlo. Es cierto que en la región que habito no es dónde más se esfuerzan por aprender otras lenguas y que el "que aprendan ellos la nuestra ya que vienen" de mi abuelo hacía tiempo que había quedado obsoleto, pero tampoco era necesario que utilizara aquel gesto para mostrar su desagrado. Podía simplemente convertirlo en una bola y tragársela. No es de gratos insultar, aunque sea sin palabras, a aquel que acabas de conocer.
- También hablo algo de inglés -maticé, intentando que no se llevara aquella frívola imagen de mí -. Aprendí en el instituto. "Helou" "Mai neim is Marta." Cosas así. Ya sabes.
Asintió y sus rizos se bambolearon siguiendo a su cabeza, arriba y abajo.
- Ruego eximas mi emboque -dijo, haciendo una leve reverencia solo con la cabeza y sonriendo -. No pretendía zaherirte, sino presentarme como bien rezan las pautas de la comedida cortesía.
Enarqué ambas cejas, mirándolo. Comprendí entonces por qué mi hermana no gustaba de los italianos.

¡Qué mal hablaban los condenados! No había quién los entendiera.

Instante.




Llegó.



 
Un segundo después, ya no estaba allí.




Nada.

martes, 23 de noviembre de 2010

El principio del fin.

- ¿Fue aquel día, junto a los columpios? - preguntó-. Parecías cansado aquel día.
Negué varias veces para desechar aquella idea de su mente.
- ¿Tu cumpleaños? Sabía que no te gustaba la tarta. No debieron comparla.
De nuevo, mi cabeza dijo que no a aquella pregunta.
La observé. Sus ojos no lanzaban más que mudas interrogaciones que sus temblorosos labios no se atrevían a citar en alto. Me recordaba a un cuadro o una fotografía, en la que la sombra de la tristeza solo se intuye por encima, pero jamás desaparece por completo.
- Aquel largo día junto al mar-. Decidió insistir-. ¿Aquel día empezó? Tal vez el frío de la noche que vino luego estropeó tu fina piel.
No me esforcé en responder de nuevo. Ella ya sabía mi respuesta, solo que mi muerte la aterraba y por eso trataba de buscar explicaciones: fechas, números, palabras, sucesos... Siempre le había gustado imaginar que la verdad podía variar con unas simples palabras que ella misma inventaba.
Finalmente, con los hombros hundidos, exhaló un suspiro cansado.
- Me rindo -dijo al fin, con el tono de aquel a quién ya no se le ocurren más excusas que poner para no hacer algo -. Dime... ¿Cuándo comenzaste a morir?
Me encogí de hombros. Al fin y al cabo, ¿cómo iba a saber aquello con exactitud?

lunes, 22 de noviembre de 2010

Olvido.

Hoy opto por un breve... Relato? No sé si llega siquiera a fragmento de relato, pero aquí está. Espero que alguien lo disfrute en algún lugar.


Olvido.


- Nunca me olvides - susurró acercando sus labios a mis oídos, haciéndome cosquillas con su cálido aliento-. No podría vivir si lo hicieras.
Bajé ligeramente la vista tratando de encontrar las palabras que se me habían atragantado de repente. Aquellas que siempre me ahogaban, impidiéndome responderle.
Los sentía: su mano en mi cintura, acercándome a él; sus labios junto a mi mejilla, sin llegar a besarla, dibujando palabras silenciosas y tiernas; su cuerpo a escasos centímetros del mío, transmitiéndome calor y seguridad, pero sin tocarme, pareciendo estar lejos y cerca a la vez...
La mezcla entre felicidad y nerviosismo desapareció de pronto de mi cabeza, permitiéndome el pensar con claridad.
Y lo olvidé todo. Incluso a él.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Harry Potter VII. Las Reliquias de la Muerte (I)

Ayer unos amigos y yo quedamos para ir a ver la última película de Harry Potter. Lo que vendría siendo la primera parte de la película correspondiente al último libro, vamos. Supongo que en cierta forma a todos nos hubiera gustado ir el día del estreno, el viernes, para quedar allí de máximos fans, pero como no se pudo, fuimos en la sesión guarra de por la noche, por lo que salimos de allí sobre las dos.

 Pues bien... No sé lo demás, pero algunos hemos disfrutado como niños. Tal vez, de toda la sala, éramos los que deseaban con más ansia presenciar aquello. La película fue partida en dos partes para, entre otras cosas, que no durara ochenta mil horas, pero la verdad es que cuando acabó yo me quedé con ganas de más... ¡Eso no se hace! Es, por lo menos, un corte de rollo bien grande.
¿Qué decir de la peli? Se me quedan cortos los comentarios. Les ha quedado bastante más lograda y fiel al libro que algunas de las anteriores; a ver si no lo chafan con la segunda parte. Estar frente a la pantalla e ir reviviendo aquellas páginas que, mitad con emoción, mitad con tristeza por el final, me lei ya hace meses... Y recordar pequeños detalles olvidados o poder comentar a algún amigo "eso no es así" o "de verdad pasaba esto aquí?"... Y vivir esos momentos divertidos, trágicos y tensos de nuevo... (Al menos quién se haya leído los libros, claro) Yo me enganché de principio a fin, vamos...
Ahora hay que esperar a por la última película: la definitiva. Y, es que ya son muchos años... Me pregunto qué película será la "mítica por la que esperamos el tiempo que haga falta con nerviosismo" cuando todo esto termine... Todavía no lo sé.

A todos los que tengan pensado ver Harry Potter... A todos los fans de esta saga... ¡Qué disfrutéis de la película!

viernes, 19 de noviembre de 2010

Volar.

Había soñado con volar desde que era un niño. Vivía en una ciudad de la costa y tenía que salir a pescar con su padre de madrugada para tener tiempo de sobra para llenar sus redes, pero su cabeza jamás se encontraba en las olas del mar erizado que bamboleaban el pequeño bote, sino en las gaviotas que lo sobrevolaban libres y gráciles.
Cuando creció un poco decidió que sería piloto. Se pasaba el día mirando las nubes e imaginándose a sí mismo sobre ellas, y eso era lo único que lo hacía sonreír. Concentró todo su esfuerzo en su sueño ignorando a todo aquel que le decía que le venía grande y que hiciera otra cosa, que volar no era para cualquiera. Si volar no estaba hecho para él, no estaba hecho para nadie. Su meta era el cielo.
Entonces ella apareció en su vida. Todos decían que era una chica normal, común, sin nada especial, pero decían eso porque no la miraban con los mismos ojos que él. Para él no era sino una “ella” con mayúsculas. ELLA.
Y renunció a volar. Renunció a volar porque aquel ya no era su sueño.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Para comenzar con buen pie: Un saludo.

Para la primera entrada de este blog he optado por improvisar, lo cual puede acabar acarreándome problemas, ya que a veces hay que tener las cosas un poquito preparadas... De todas formas, espero que no te importe, pues esto no es más que una presentación. Es un placer tenerte aquí leyendo esto.

Me gustaría resumir un poco lo que trataré a partir de ahora en este sitio, pero no tengo ni idea. O no tengo ni idea o tengo demasiadas ideas en mente. Tantas que no sé por dónde empezar ni por dónde terminar.

Estoy aquí para, como en esta breve presentación, hablar de cualquier cosa: libros,  películas, política (?)... Lo que se me ocurra sobre la marcha, vamos... Y si estás aquí para leerlo, lo agradezco profundamente. Si has entrado por error... Se va a ver reflejado en el contador de visitas, así que gracias de todas formas.

Ahora en serio... Seas quién seas y estés dónde estés... Es un placer verte por aquí.