viernes, 11 de febrero de 2011

Junto al faro

- Me ahogo -dice Anil llevándose una mano al cuello.

Mis ojos pasan del chicle de menta que intento abrir a ella con nerviosismo.

- ¿Quieres tu medicina? -pregunto alarmado, llevando esta vez mi mirada a su bolso, preguntándome en cuál de los miles de bolsillos guardará el extraño tubo del que aspira cada vez que el asma la visita -. ¿Dónde la tienes?

Ella dibuja una sonrisa de esas torcidas que solo a ella le quedan bien y niega, haciéndo que su flequillo tieso se bambolee como harían los pinchitos esos que cuelgan de las ramas de los pinos y simulan ser hojas si soplara una suave brisa.

- No me refiero a eso. Hablo de todo menos de eso.

Elevo las cejas hasta que noto arrugarse toda mi frente.

- Llevo demasiado tiempo sin hablar -murmura-. Creo que acabo de explotar. Si me ahogo, debe de ser porque las palabras me llegan hasta la garganta, y, si ya me han inundado las piernas y el tronco, creo que es digno de ser llevado ante un médico. Me ahogo en palabras. Tendrás que reanimarme cuándo me desmaye por falta de aire, y entonces escupiré erres, eses, tes y tal vez alguna ene. Las vocales todas, por supuesto. Luego, una vez haya recobrado la compostura, usaremos todas esas letras para construír las palabras que me presionan aquí -. Señala de nuevo su garganta- y al fin podré despotricar contra el todo.

- Te... ¿Te encuentras bien? -. Mi voz, titubeante, no se cree, al igual que yo, que la callada de Anil esté diciendo todo esto. Es por ello que solo logro preocuparme por su salud y preguntarme si tendrá fiebre. No obstante, sus ojos brillan tan seguros que enseguida me avergüenzo de mi pregunta.

- ¡Claro que no estoy bien, Radd! ¡Por supuesto que no! Pero estaré bien enseguida si me escuchas un rato. ¿Lo harás?

Como apenas comprendo qué pasa, simplemente asiento y la invito a sentarse en el banco de madera del parque, que parece estar algo más seco que hace media hora.

Y, una vez sentados, ella comienza a hablar como nunca antes ha hecho. No delante de mí, al menos. Y me lo cuenta todo. Todo lo que ronda por su cabeza, comenzando por lo que pasó aquel día en la playa, junto al faro.

1 comentario:

  1. Me gustó bastante, aunque no pensemos lo mismo sobre la última frase.
    Me gusta el nombre de Radd. Tiene dos des y eso mola.

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