- Me ahogo -dice Anil llevándose una mano al cuello.
Mis ojos pasan del chicle de menta que intento abrir a ella con nerviosismo.
- ¿Quieres tu medicina? -pregunto alarmado, llevando esta vez mi mirada a su bolso, preguntándome en cuál de los miles de bolsillos guardará el extraño tubo del que aspira cada vez que el asma la visita -. ¿Dónde la tienes?
Ella dibuja una sonrisa de esas torcidas que solo a ella le quedan bien y niega, haciéndo que su flequillo tieso se bambolee como harían los pinchitos esos que cuelgan de las ramas de los pinos y simulan ser hojas si soplara una suave brisa.
- No me refiero a eso. Hablo de todo menos de eso.
Elevo las cejas hasta que noto arrugarse toda mi frente.
- Llevo demasiado tiempo sin hablar -murmura-. Creo que acabo de explotar. Si me ahogo, debe de ser porque las palabras me llegan hasta la garganta, y, si ya me han inundado las piernas y el tronco, creo que es digno de ser llevado ante un médico. Me ahogo en palabras. Tendrás que reanimarme cuándo me desmaye por falta de aire, y entonces escupiré erres, eses, tes y tal vez alguna ene. Las vocales todas, por supuesto. Luego, una vez haya recobrado la compostura, usaremos todas esas letras para construír las palabras que me presionan aquí -. Señala de nuevo su garganta- y al fin podré despotricar contra el todo.
- Te... ¿Te encuentras bien? -. Mi voz, titubeante, no se cree, al igual que yo, que la callada de Anil esté diciendo todo esto. Es por ello que solo logro preocuparme por su salud y preguntarme si tendrá fiebre. No obstante, sus ojos brillan tan seguros que enseguida me avergüenzo de mi pregunta.
- ¡Claro que no estoy bien, Radd! ¡Por supuesto que no! Pero estaré bien enseguida si me escuchas un rato. ¿Lo harás?
Como apenas comprendo qué pasa, simplemente asiento y la invito a sentarse en el banco de madera del parque, que parece estar algo más seco que hace media hora.
Y, una vez sentados, ella comienza a hablar como nunca antes ha hecho. No delante de mí, al menos. Y me lo cuenta todo. Todo lo que ronda por su cabeza, comenzando por lo que pasó aquel día en la playa, junto al faro.
Me gustó bastante, aunque no pensemos lo mismo sobre la última frase.
ResponderEliminarMe gusta el nombre de Radd. Tiene dos des y eso mola.