miércoles, 12 de enero de 2011

Y perder por siempre...

Tu cuello se alza erguido, orgulloso, aunque tu mirada luce tímida en la cima. Me recuerdas a un faro que busca un mar al que enfocar, aunque más bella.
Podría pasarme horas observando la blanca piel que te cubre si llegar a cansarme y podría cubrirla de caricias que dieran al fin una temperatura normal a tu cuerpo.

- Eres un cadáver -te digo, y sonrío-. No es posible estar tan fría si no es por eso.

Tus ojos me capturan entre divertidos y molestos mientras tus labios se curvan hacia arriba. ¡Y es por mí! En acto reflejo, atrapo tus manos con las mías. Ahora tú tienes mis ojos, pero yo tus manos, y no planeo dejarlas libres pronto.

- Estamos empatadas -susurro.

Dejas salir una risa muda en forma de invisible bocanada de aire dulce. Luego te acercas a mí y me abrazas de esa forma que solo tú sabes.

El hueco de mi hombro parece diseñado solo para que poses en él tu mejilla; tu cabello para hacer cosquillas en mi cuello. Mi cuerpo, para anhelarte.

- Ahora gano yo -ríe tu voz junto a mi oído, tiernamente.

¿Y quién soy yo para negarlo? Sinceramente, si es esto una derrota, no veo qué obsesión hay con ganar.

1 comentario:

  1. Mmm... Si mi vida fuera así, tampoco me importaría perder por toda la eternidad
    :)

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